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Busca al Senor

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Mayo es un mes de transiciones. Los niños celebran el final del año escolar y el comienzo de las vacaciones de verano. Los estudiantes universitarios regresan a casa o quizás comienzan unas prácticas relacionadas con su área de estudio. Las familias se reúnen para celebrar la Primera Comunión, el Día de las Madres, y esperan con ilusión las próximas vacaciones. Con el paso de la primavera al verano, pasamos más tiempo al aire libre e incluso contemplamos los cambios en el mundo natural a medida que árboles, arbustos, flores y cultivos cobran vida.

También es una época en la que ocurren momentos de gran importancia en la vida de muchos jóvenes. Los graduados esperan comenzar una nueva etapa de su educación, iniciar una carrera profesional o en un oficio. Muchas parejas jóvenes inician su vida matrimonial. Dentro del caminar de la fe de nuestros jóvenes, este es un tiempo en la que muchos reciben el sacramento de la Confirmación. Al ser guiados por el Espíritu Santo, los jóvenes se disponen a descubrir todo lo que Dios tiene reservado para ellos y los dones que pueden ofrecer a la vida de la Iglesia.

También damos gracias a Dios por el don continuo de los jóvenes que responden a su llamada a servir como sacerdotes. A finales de este mes, nos reuniremos como Iglesia local en la Cathedral Basilica of St. Peter in Chains para celebrar la ordenación sacerdotal de siete hombres; siete sacerdotes recién ordenados que comenzarán su ministerio en parroquias de toda la arquidiócesis.

De manera particular, la Iglesia también mira a María durante este mes y alaba a Dios por su ejemplo de fidelidad y generosidad, así como por sus tremendas contribuciones al plan de salvación de Dios, incluso a una edad temprana. El Papa Francisco animó recientemente a los jóvenes a mirar a María como modelo de fe. “En el corazón de la Iglesia resplandece María. Ella es el gran modelo para una Iglesia joven, que quiere seguir a Cristo con frescura y docilidad. Cuando era muy joven, recibió el anuncio del ángel y no se privó de hacer preguntas (cf. Lc. 1:34). Pero tenía un alma disponible y dijo: ‘Aquí está la servidora del Señor’ (Lc. 1:38)” (Christus vivit, 43).

A lo largo de los siglos ha habido también muchos jóvenes, hombres y mujeres, niños y niñas incluso, que hoy veneramos entre los santos–corazones jóvenes que desde su juventud buscaron dedicar su vida a Dios y al servicio de los demás. Dice el Papa Francisco: “El corazón de la Iglesia también está lleno de jóvenes santos, que entregaron su vida por Cristo, muchos de ellos hasta el martirio. Ellos fueron preciosos reflejos de Cristo joven que brillan para estimularnos y para sacarnos de la modorra” (CV, 49). Cada uno de nosotros, sea cual sea nuestra edad, también puede reflejar el resplandor del amor de Cristo al mundo que nos rodea.

Al atravesar este mes, marcado por momentos de transición, logros, celebraciones y cambios, ojalá nos esforcemos también por renovarnos espiritualmente, revigorizando nuestros corazones con juventud y gracia. A lo largo de los años de nuestra vida terrena, debemos aprender a reavivar el fuego del amor de Dios, que Él infundió en nuestros corazones en el Bautismo, fortaleció con la gracia de la Confirmación y alimenta cada vez que recibimos la Eucaristía. La obra de la conversión al Evangelio no termina nunca. Que este tiempo de nuevos comienzos nos brinde la oportunidad de ponernos de nuevo en camino con juvenil asombro y esperanza hacia todo el bien que Dios tiene reservado para los que le aman.

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