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Busca al Senor: ARZOBISPO DENNIS M. SCHNURR

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Marzo nos trae la Cuaresma, ese tiempo solemne del año de la Iglesia en el que estamos llamados a la oración, al ayuno y a dar limosna. Es también un tiempo para reevaluar nuestra vida, reflexionando sobre cómo podemos irradiar más perfectamente a Cristo como testigos gozosos. Dada nuestra naturaleza humana caída, esta no es una tarea fácil. Afortunadamente, no tenemos que hacerlo solos. Dios nos ha dado la Iglesia y los santos para ayudarnos.

Aunque adoramos a Dios, solamente, los cristianos han venerado a los santos, como modelos a seguir e intercesores, desde los primeros días de la Iglesia. Las imágenes de estas mujeres y hombres santos en vidrieras, pinturas y estatuas son como retratos de nuestra familia de fe. Las reliquias de primera clase evocan una reverencia especial, recordándonos que los santos eran personas verdaderas hechas de carne y hueso como nosotros. La Basílica de San Pedro en Roma está construida sobre los huesos de San Pedro, el primer Papa, donde los peregrinos aún pueden verlos hoy.

Una de las partes más conmovedoras de la Vigilia Pascual es el canto de las Letanías de los Santos, que comienza con: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros. San Miguel, ruega por nosotros. Santos Ángeles de Dios, rueguen por nosotros. San Juan Bautista, ruega por nosotros. San José, ruega por nosotros”. Aunque podemos pedir a cualquiera que ore por nosotros, lo hacemos con confianza especial cuando apelamos a los santos porque sabemos que ellos están con Dios, como esperamos poder estar nosotros algún día.

La Santísima Madre es la primera entre los santos, en la letanía y en nuestra devoción. Ella fue la primera discípula de Cristo, concebida sin pecado original por una gracia especial. El año pasado volví a consagrar la Arquidiócesis de Cincinnati a su cuidado y protección, en la culminación de la Peregrinación Mariana por toda la arquidiócesis, al celebrar el bicentenario de nuestra Iglesia local. Desde hace varios años hemos hecho nuestra oración arquidiocesana por las vocaciones “por intercesión de María nuestra Madre”, y esto ha dado grandes frutos en las ordenaciones sacerdotales y diaconales.

Excepto María, los santos fueron pecadores, así como nosotros. Por eso no son sólo intercesores, sino también modelos a seguir: sus vidas nos alientan en nuestro propio camino hacia la santidad porque ellos también enfrentaron y vencieron los mismos dolores y tentaciones que nos desafían. En las esperanzadoras palabras del dramaturgo Oscar Wilde, “Todo santo tiene un pasado y todo pecador tiene un futuro”.

Muchos de nosotros tenemos santos favoritos de quienes buscamos ayuda y guía. Para algunos puede ser san Patricio, cuya fiesta celebramos el 17 de marzo, o san José, a quien veneramos el 19 de marzo. Mi madre tenía una gran devoción a san Antonio de Padua, fraile franciscano del siglo XIII y Doctor de la Iglesia conocido popularmente como el patrono de las cosas perdidas. Como ella, con frecuencia me dirijo a san Antonio y trato de seguir su santo ejemplo.

No todos los santos están tan alejados a nuestro tiempo. Durante la vida de la mayoría de nosotros, hemos sido inspirados por los testimonios de santa Teresa de Calcuta y los Papas san Juan XXIII, san Pablo VI y san Juan Pablo II, el último de los cuales tuve la bendición de conocer personalmente.

Una de las características de los santos, es su preocupación por los demás reflejada en actos de caridad. Como parte de su limosna de Cuaresma, les urjo que se comprometan, lo que puedan, con la Campaña de Ministerios Católicos, nuestra colecta arquidiocesana anual para apoyar seis ministerios que enseñan, alimentan y sanan. De esta manera, juntos podemos ayudar a satisfacer las necesidades materiales y espirituales de nuestros hermanos y hermanas, como lo han hecho los cristianos desde los tiempos apostólicos. Estoy muy agradecido a todos los que han hecho que la Campaña de Ministerios Católicos sea un éxito en los últimos años.

¡Que la Santísima Virgen María y todos los santos nos acompañen en nuestro camino de Cuaresma hacia la Pascua!

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